Si los españoles salieron a buscar la India y descubrieron América, yo salí sin rumbo fijo a la librería y me topé con La Sombra del Viento de Carlos Ruiz Zafón. ¿La relación? Ambos hallazgos resultaron maravillosos.
Recuerdo que lo compré en Tecniciencia, prácticamente regalado (12 bolívares, hagan sus cuentas). No conocía al autor e ignoraba que la grandiosidad del libro y la fama que tenía en España, pero la portada me llamó la atención.
Pasó a engordar mi biblioteca, impoluto, aún en su empaque de plástico. Una amiga mexicana empezó a citarlo constantemente y ni así me animé a leerlo. Transcurrieron los años y nunca lo toqué. No fue sino hasta que conocí a Ángel que me atreví a agarrarlo. Hablábamos de libros y me dijo que era justo ese el que leía en ese momento. Me contó tantas maravillas, que al otro día lo rescaté del foso.
Allí estaba La Sombra del Viento: nuevo, perfecto, con esa historia semicursi e inspiradora que hace vibrar a cualquier amante de los libros: gira en torno a la idea magnífica de la existencia de un Cementerio de Libros Olvidados.
Sí, se trata del lugar a donde van los libros que dejamos tirados, que alguien olvidó o que algún inescrupuloso botó. Esa majestuosidad es cuidada por varios libreros y presentada a Daniel, un jovencito de diez años cuya madre murió y que despierta sobresaltado una noche cuando nota que ya no recuerda su rostro.
Para animarlo, su padre lo lleva a este lugar y le pide que elija un libro: un tesoro que ahora debe cuidar. Un magnetismo de amor a primera vista se produjo cuando encontró La Sombra del Viento, escrito por Julián Carax. Esa misma noche lo devora -a todos los amantes de los libros nos ha pasado- y quiere saber más del autor y sus obras. Entonces descubre una historia que entreteje el suspenso, el amor apasionado y mucho dolor.
Ambientado en la España franquista, también recrea el machismo de la época que hace ruido hasta que te encuentras con mujeres aguerridas que, a su manera, echan al suelo los muros de la desigualdad.
Para mí, La Sombra del Viento constituye una obra excelente, llena de frases que no podía dejar de compartir por Twitter, con la esperanza de que alguien más se animara a leerlo -y lo logré-.
Me enamoré de Fermín, un personaje que carece de la educación de colegios y oculta otra historia de desconsuelo- Está cargado de una sabiduría divina, que te llena de lecciones página tras página. Aunque al final se me hizo un poco cliché, la emoción de las páginas previas sopesaron la molestia.
El libro es considerado una de las más destacadas obras de la narrativa contemporánea -ganó un puesto en la lista realizada por escritores y críticos como uno de los 100 mejores libros en castellano de los últimos 25 años- y rápidamente se convirtió en best seller, lo que le dio la oportunidad a Zafón de crear una saga. A La Sombra del Viento le sigue El Juego del Ángel, El Prisionero del Cielo y un cuarto libro aún por publicar.
Una vez leído, no me queda más que agradecer: a Tecniciencia por ponerlo en mis manos, a Ángel por animarme a leerlo y a Zafón, por darme tan hermosas lecciones y la ilusión de un Cementerio de Libros Olvidados donde quisiera reposar algún día.
Algunas citas:
Los libros son espejos: solo se ve en ellos lo que uno ya lleva dentro
Para cuando la razón entiende lo sucedido, las heridas en el corazón ya son demasiado profundas.
En el momento en que te paras a pensar si quieres a alguien ya has dejado de quererle para siempre.
Existimos mientras somos recordados.
El destino suele estar a la vuelta de la esquina. Pero lo que no hace son visitas a domicilio. Hay que ir a por él.
Nunca te fíes de nadie, especialmente de los que admiras. Esos te pegarán las peores puñaladas.
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