Identificación
Cuando se
trata de poner nombres, el venezolano se caracteriza por ser demasiado original
Dime
cómo te llamas y te diré quién eres (y II)
***Impronunciables
e imposibles de escribir. La inventiva causa problemas en quienes tenemos un nombre
“poco común” y aunque se asomó una posible legislación al respecto, la dura
crítica la metió en el cajón del olvido.
Lilihana Lara Arévalo
No pude disimular la mueca de desagrado al mencionar los nombres en
seguidilla y las aludidas lo comentaron:
-Profe, nuestros nombres son lindos.
Esbocé una media sonrisa, más disculpa que otra cosa, por mi indiscreción.
Después de todo, la inventiva es muy característica del venezolano y hasta
reinas de belleza forman parte de esta estadística: la última Miss Venezuela
coronada se llama Migbelis Castellanos y el nombre -producto de la mezcla
de Miguel e Isbelis- generó chistes y comentarios en las redes sociales por su
sonido peculiar.
Nombres por tandas
El exceso de imaginación no es exclusivo. La filóloga y periodista cubana Yoani Sánchez, nombró su blog (y posterior libro) como “Generación Y” para distinguir a quienes nacieron en su misma época -la de los años 70- cuyos padres solían utilizar la letra "Y" como inicial de la mayoría de los nombres.
El exceso de imaginación no es exclusivo. La filóloga y periodista cubana Yoani Sánchez, nombró su blog (y posterior libro) como “Generación Y” para distinguir a quienes nacieron en su misma época -la de los años 70- cuyos padres solían utilizar la letra "Y" como inicial de la mayoría de los nombres.
Según un reportaje elaborado por la BBC Mundo, “era parte del deseo de ser
diferente, de afirmar la propia autonomía en un país donde el Estado controla
casi todo”.
Francisco Javier Pérez, lexicógrafo y presidente de la Academia Venezolana
de la Lengua (AVL) asegura que el fenómeno sí se agudiza en tierras
venezolanas y divide la anormalidad en tres grupos:
1. La extraña fusión: Son los estrafalarios, los surgidos por la
fusión de los nombres de los padres. Muy pocos llegan a un resultado “feliz”
pues además de ser difíciles de recordar, acarrean inconvenientes lingüísticos
al ser formados con grafías “divorciadas”.
“Nadie sabe cómo se escribe y resultan mal pronunciados”, analiza Pérez,
porque no solo el nombre es raro, sino que los padres imponen pronunciaciones
ajenas a la lengua española. Algunas invenciones adquieren una sonoridad
propia de las lenguas indígenas, incluso cuando el ascendiente aborigen más
cercano haya fallecido unos quinientos años atrás.
2. El gringo latino: Jefferson, Anderson… millones de venezolanos tienen
antropónimos de procedencia inglesa, eso sí, con su toque latino. Suelen
presentar problemas con la grafía porque cada quien lo escribe diferente. Hay
quienes siguen las normas del idioma de Harry Potter y otros que lo escriben
tal como suena en español.
3. ¡Chinita querida!: Es que hay que rezarle a la mismísima virgen de la
Chiquinquirá cuando un maracucho va a tener un hijo. No se sabe si es por el
calor, el petróleo o los patacones, pero la creatividad suele írseles de las
manos y los pequeños terminan con nombres bastante interesantes. Remedan personajes
o instituciones, como es el caso de "Yusnavy", nombre muy popular en las tierras
zulianas y que surge de la armada estadounidense (USA Navy). Existe el caso de
una chica nombrada como "Yedosca", recordando el miedo al error del
milenio conocido como Y2K.
Supermán sigue en Venezuela
-Tú le puedes poner “computadora” a tu hija y no hay rollo -, me dice una empleada del registro guayacitano cuando le pregunto si hay normas para elegir apelativos personales. Se lo creo al encontrar la partida de nacimiento de una niña llamada “Azul”, presentada entre el 16 de septiembre al 1 de octubre de 2013.
-Tú le puedes poner “computadora” a tu hija y no hay rollo -, me dice una empleada del registro guayacitano cuando le pregunto si hay normas para elegir apelativos personales. Se lo creo al encontrar la partida de nacimiento de una niña llamada “Azul”, presentada entre el 16 de septiembre al 1 de octubre de 2013.
La Ley Orgánica del Registro Civil solo da las pautas para sacar un acta de
nacimiento. Boleta de nacimiento, copia de la cédula y acta de matrimonio
(en caso de haberlo) son los requisitos. El nombre corre completamente por
cuenta de los padres.
Si usted revisa el registro electoral, encontrará que varios Súperman se
sientan a su lado en el autobús, que Tarzán puede ser compañero de clases de su
hijo y que su nuero podría llamarse Hitler.
El tema fue controversial en 2007, cuando el ex presidente Hugo Chávez
mostró preocupación por el caso en cadena nacional. Se habló que el Estado
establecería una lista de cien nombres para que los nuevos padres eligieran. La
idea causó perspicacia y molestia al considerar que se coartaba un derecho
simple.
Aunque no se avanzó al respecto, Venezuela no sería el primer país que
intervendría en la identificación. Por ejemplo, la BBC Mundo reporta que en
Islandia hay una lista de mil 853 nombres de mujeres y mil 712 para varones,
esto para cumplir con normas gramaticales, de género y “salvar al niño de un
posible bochorno”. En Japón, las autoridades pueden rechazar nombres de
recién nacidos si se consideran inapropiados.
Un poco más restrictivo es el caso que la periodista Elizabeth Gilbert
ilustra en Comer, Rezar y Amar. En Bali (Indonesia) solo tienen cuatro nombres
para bautizar a los niños, sin importa el sexo: “Los nombres son Wayan, Made,
Nyoman y Ketut. La traducción de los nombres significa primero, segundo,
tercero y cuarto, y hacen referencia al orden en que se nace. En caso de tener
un quinto hijo, el ciclo se repite desde el principio (…) Es perfectamente
posible que dos Wayan se casen y su primer hijo se llamaría… Wayan obviamente”.
Las familias pudientes tienen más libertad.
-Yo sí estoy de acuerdo para que haya una ley y se cambien los nombres -,
dice Monseñor Mariano Parra Sandoval, arzobispo de la ciudad.- Hay tantos
nombres criollos bonitos y el venezolano inventa mucho. Aquello es horroroso.
¿Cómo se escribe eso?
Son los hijos los que sufren las consecuencias que suelen verse en documentos legales y similares. Un nombre “raro” suele llamar al error y los papeles pierden validez en organismos del Estado. Tener una grafía diferente en un certificado de participación de un foro (por nombrar una nimiedad), es igual a que carezca de autenticidad en el mercado laboral.
Son los hijos los que sufren las consecuencias que suelen verse en documentos legales y similares. Un nombre “raro” suele llamar al error y los papeles pierden validez en organismos del Estado. Tener una grafía diferente en un certificado de participación de un foro (por nombrar una nimiedad), es igual a que carezca de autenticidad en el mercado laboral.
Como lexicógrafo, Pérez ve un problema lingüístico aún mayor: “no es un
antivalor y hasta se le dan méritos lingüísticos por la creatividad, aunque se
debería buscar evitar la confusión”.
Quien tiene un nombre raro sufre por la arbitrariedad de quien lo escribe
en su momento, considerando que la ortografía busca la regularidad. Algunas de
estos antropónimos no cumplen con los principios regulares de la pronunciación
y no diferencian qué tipo de palabra es (aguda, grave o esdrújula).
Un niño con nombre que brille en creatividad seguramente será burlado en
años escolares. Es así el caso de Leonervis Hernández, cuyos compañeros
danzaban al ritmo de Tambor Urbano (Leolelé Leoleolá), cada vez que los
profesores pasaban asistencia.
A Teodoro Jansen lo molestaron llamándolo tesoro e inodoro; Aminta Carrillo
siempre lleva aliento “a-menta”; al pobre David Edesio González le decía
adefesio, necio y helecho y Legna Vivas siempre debe aclarar su inexistente
relación con aquella famosa lenteja que creció en el Lago de Maracaibo.
Pérez tiene una recomendación simple: pensar en la criatura y los efectos
de la inventiva, aspecto que secundo pues soy una víctima.
Fue mi padre quien consideró que una “hache” intercalada haría más bonito
mi nombre, así como el de mis hermanas.
He perdido la cuenta de las veces que he tenido que deletrear y explicar
los motivos de una simple letra; peor considerando que la creatividad se
expandió a mi segundo nombre: Karina. Les juro que mi Karina, es Kharina. Así
luce mejor, dice mi padre...
**Diccionario
inexistente
Parte del problema es que, además de no contar con legislación al respecto,
Venezuela carece de un diccionario de nombres, lo que es una práctica común en
el resto del mundo.
La única manera de acabar con el ciclo de un mal antropónimo es
cambiándolo, eso si la persona demuestra que es “infamante, lo someta al
escarnio pública, atente contra su integridad, moral, honor y reputación, o no
se corresponda a su género, afectando así el libre desenvolvimiento de su
personalidad”, según lo establece el artículo 146 de la Ley Orgánica de
Registro Civil.
“No se puede hacer por capricho”, explican en la oficina del registro
civil.
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