martes, 25 de marzo de 2014

Los españoles nos siguen colonizando (o mis impresiones sobre mi nuevo empleo)

-No puedo creer que ganes sueldo mínimo. ¿Es en serio?
Aníbal me miraba en una mezcla de sorpresa y compasión. Ese martes por la noche noche me había atrevido a visitarlo para que hiciera su magia de números y verificara que todo estaba en orden en el papel que miraba con cierto interés.
-No es sueldo mínimo- refuté en un tono tan bajo que dudo que él lo haya escuchado. Solo quería que me dijera que en el "recibo de pago" (el último que aparentemente percibiría por la empresa donde trabajaba) estaba correcto. Discutir no estaba dentro de mis prioridades.
Para algunos, esta historia empezó un lunes, pero para mí tuvo sus inicios unos días antes. El viernes, mientras agarraba mis cosas para montarme en el autobús que me llevaría de Nueva Chirica a Alta Vista, mi celular sonó indicándome que había recibido un correo:
-He revisado a los candidatos y eres una de las que más me gusta. La próxima semana me pondré en contacto contigo.
No le presté demasiada atención. Llevaba casi seis meses en la búsqueda de un nuevo empleo, luego de un par de reuniones familiares con Natyarith, Yurey y Linoska (mi familia putativa) siempre con la misma conclusión: tienes que salir de ahí. Eres talentosa y te estás quemando.
Pero si no estaba en prensa, ¿qué iba a hacer? Recordé una conversación con una conocida hace un par de años donde le comentaba mis dos grandes intereses: el periodismo narrativo y las redes sociales, ambos distantes y tan amplios, que ella me decía que tenía que delimitar mucho más mi área de acción. 
Las posibilidades se mantenían. Si observan mi bio (esas letras de la derecha) dice que mi vida o mi carrera (ya no recuerdo) tiene dos caminos. Pues esos eran. La cosa era cómo llegar al punto de partida de ambos.
Me paralizaba otro detalle: hasta donde tenía entendido, mi lugar de trabajo era donde mejor pagaban a los esclavos de las letras. En esos seis meses acudí a a una entrevista en otro medio de comunicación regional y me ofrecieron un tanto menos de lo que ganaba.
-Yo no puedo pagarte lo mismo que allá. Mis periodistas se van a enterar y quiero que se mantenga la unidad.
Evidentemente, decliné a esa y a otras ofertas fuera de Guayana, donde si bien pagaban un poco más, no tenía los beneficios de "papi y mami", o dicho en otras palabras: tenía que pagar techo, comida, transporte y todo lo demás. 
-El sueldo es de cuatro mil bolívares... tampoco es que pagan mucho- me decía una de las entrevistadoras para un puesto de Community Manager en Caracas. Nada, estaba atada a la computadora del lugar donde pronto cumpliría tres años laborando.
El lunes, después de terminar de escribir y mientras esperaba el rescate de mis padres, mi jefa me llamó.
-Quiere verte.
Se refería a quien ahora estaba al frente de la empresa. Lo dijo con tal mueca de lamento, pena y sorpresa que me provocó un mareo inmediato. Si ella me llamaba había dos posibilidades: que las noticias fueran muy buenas (lo dudaba) y que me dijera las palabras que esperaba desde hace un tiempo. Una sonrisa, un "me encanta tu trabajo" y una amabilidad excesiva fueron las pistas para la frase final:
-Para nadie es un secreto los problemas que atraviesa la empresa... Hoy estamos saliendo con reducción de páginas...
El discurso fue mucho más largo. Yo asentí una y otra vez y me despedí dándole la razón. Le dije que comprendía las supuestas razones de mi despido/renuncia y aseguré que el martes, que era mi día libre, pensaría si debía firmar la propuesta que me hacían. Como era ilegal que me botaran (gracias a la inamovilidad laboral), la empresa debía "arreglarme" doble, aunque en la carta de salida figurara la palabra "Renuncia".
Sé que parece un cuento de película norteamericana, pero justo cuando salía con una hoja llena de números que debía estudiar, mi teléfono volvió a sonar:
-Hola, Lilihana. ¿Podemos hablar hoy?
Era el mismo emisor, un responsable de un trabajo del que sabía poco y donde había metido mis papeles por simple curiosidad. Es que, la verdad, había algo que no me cuadraba. El anuncio era de España y reflejaba el sueldo que la compañía estaba dispuesta a pagar. La cifra era grande... digamos que tenía un cero de más. Me imaginé varios escenarios: que se trataba de un timo o que quien había puesto el anuncio, se había equivocado al escribir los números.
-Si es español, se lo creo. Al cambio, eso no es nada para ellos.
Aníbal me explicó nuevamente lo que era la devaluación (JA) y cómo nuestra moneda no valía nada. Me animó a escuchar y aceptar la propuesta, aunque creo que le interesaba que renunciara sin resistirme. Entre él y mi hermano me aconsejaron sobre qué camino tomar y cómo actuar.
-Recuerda que no has firmado nada. Sigue yendo a trabajar normal.
Ese martes todo jugó en mi contra. Aunque intenté entrevistarme vía Skype con mi potencial jefe, el cambio de horario no nos ayudó. Prometí que el miércoles en la mañana (mi mañana) nos veríamos las caras, aunque a través de un monitor. Para sorpresa de la mayoría de mis entonces compañeros, ese día fui a trabajar.
Tenía listas unas declaraciones para un trabajo especial sobre los derechos de los animales. Podía sentir las miradas y los murmullos (algunos poco disimulados), encendí la computadora, abrí el documento de Word y escribí como si no hubiera mañana. El texto llevaba más de ocho mil caracteres cuando el entrevistador me escribió: ¿Estás lista?
Lo primero que detectó es que todavía tenía trabajo porque le decía que no podía hablar, sino escribir. Aclaró que el puesto era para tiempo completo y que necesitaba que renunciara de inmediato, porque de ser seleccionada, debía empezar el lunes. Le dije que no había problema, que casualmente estaba cerrando las relaciones con esa empresa. 
Me preguntó si sabía algo de posicionamiento web y le dije que me interesaban las redes sociales, pero no tenía idea de nada más. Hablamos de blogs, mi experiencia como periodista, mis capacidades en otras áreas y me prometió considerarme para el empleo. Recalcó el sueldo que ofrecía. No había equivocaciones en el número. También dijo que me avisaría pronto.
"Pronto" me pillaba demasiado lejos. Necesitaba un ahora porque de eso dependía mi respuesta en recursos humanos. Cuando estuve cerca de llegar a los doce mil caracteres (los animales tienen mil derechos violentados, por cierto), me volvió a escribir.
-Lilihana, me decidí por ti.
Recuerdo que miré a los lados. En los periódicos, es poca la gente que se queda durante la mañana y aunque mi impulso era abrazar a alguien, no quería compartir una noticia de esa índole con cualquier persona. Mientras hacía un "happy dance" mental, vi como uno de mis fotógrafos favoritos se cruzaba por el pasillo.
-¡Ven acá, ven acá. Necesito abrazarte!.
Él me ofreció un café para hablar de lo que sucedía. Yo le hablé vomitando las palabras, emocionada por lo que sucedía. Horas después, informaba que aceptaba el trato con la promesa de que si las cosas mejoraban, me llamarían para recuperar mi empleo. Respondí que estaba a la orden casi con tristeza para seguir el juego de mentiras. Bajé las escaleras y me largué.
No voy a mentir. Me moría de miedo de que mi nuevo empleo fuera un gran mentira. Me preocupé cuando mi jefe me avisó que el pago era mensual y se hacía efectivo el 10 de cada mes. Eso suponía un mes y medio trabajando ocho horas diarias, en el que estas personas podía desaparecerse sin pagarme un céntimo.
-Ve lo bueno. Te dio el impulso para salir de allí- me decía mi hermano mayor. En esos momentos, confiaba en él completamente. El doctor de la familia, ahora padre de dos hijos, había tomado malas decisiones de índole profesional y en ese punto, me hacía entender que la pasión por las letras era hermosa, pero no pagaba las cuentas.
-Yo viví todo eso. Es muy bonito cuando sales de la universidad. La vida es diferente.
Yo tenía ejemplos palpables a mi alrededor. En los escasos tiempos libres solía preguntarme cómo sobrevivían algunos colegas mayores que yo, casados y con hijos. Muchos de ellos ganaban menos que yo. Las historias detrás de todo aquello me eran impensables para mí misma y para la familia que decidiera formar (si es que eso ocurría).
Durante el primer mes en mi nuevo empleo, entendí que el diarismo es como una droga, al menos para algunos, grupo en el que me incluyo (o incluía, tal vez). Te golpea y uno sigue allí, pegado a la libreta y a escuchar las historias de los demás para plasmarlo en un intento de que su voz sea escuchada. Es irónico también como la nuestra suele silenciarse en los medios para los que escribimos. 
La situación del país no me ayudó demasiado. Leía en Twitter lo que ocurría en la ciudad y me provocaba salir a la calle y desmenuzar momentos.
Cuando recibí mi primer sueldo, adquirí una nueva perspectiva. Salí a comprar regalos para mis sobrinos y para mi madre y le di lo que hubiera sido una quincena en mi trabajo anterior, para gastos de la casa. La satisfacción es increíble. 
Me divierto con la mayoría de mis nuevas tareas. Siento que soy una niña que nuevamente aprende a caminar y eso me hacía falta: la sensación de nuevos retos. Mi jefe me regaña por mi lenguaje americano. Ya no escribo "auto" (que la verdad, aquí se dice carro), sino "coche". Hoy escribí: "Todos estamos claros que" y el regaño fue inmediato. 
También estoy aprendiendo un lenguaje nuevo, el de las redes sociales, las páginas webs y demás. Hace poco estrenó la primera web que ayudé a construir. Es otro mundo.
Ya no vivo pendiente del teléfono. Antes no salía sin él, más cuando cubría sucesos, pendiente de que alguien me llamaría para darme alguna información o comunicarme de una pauta, en el caso de comunidad. Me he tomado el atrevimiento de ir a un centro comercial y dejar el celular en casa. Después de las tres de la tarde, realmente se acabó mi trabajo.
Las letras me siguen llamando. Por allí surgieron unas propuestas de las que pasé y estoy emprendiendo algo junto a una amiga. Tengo mi blog (abandonado, pero lo tengo) y por aquí seguiré escribiendo cada vez que pueda.  Cargo una lista de temas que quiero profundizar y reportajes que debo escribir. Solo necesito ajustarme y recobrar energías porque no he tenido vacaciones desde hace más de un año. 
Hoy mi jefe me comentó que va a ampliar nuestro equipo y que seré la supervisora. Tendré un aumento, nada mal para un día en el que la devaluación te asfixia. 
Quiero dejar en claro que no escribo esto con intenciones ocultas, ni me interesa desprestigiar a nadie. Lo hago porque sé que hay otras empresas españolas que están "llegando" a Venezuela con el mismo procedimiento. Hace poco me enteré de una que se instalará aquí en Puerto Ordaz y le pasé la información a un par de amigos. Los sueldos son bastante mejores que lo que se encuentran en las redacciones. 
Alguien me decía que tenía miedo y que cambiar de trabajo era arriesgarse. Le respondí con una frase que todavía me repito en la mente: los periodistas estamos acostumbrados a ganar mal. Si alguien nos ofrece algo distinto, dudamos. Creemos que es mentira. 
Espero que mi experiencia le sirva a quienes estén en proceso de entrevistas con la Madre Patria, para que dejen el miedo de lado y tomen el empleo. También espero que quienes necesitan y realmente quieren algo diferente, tengan la misma suerte que yo, que ese miércoles en la tarde, justo antes de dar el "acepto y chao", llamé a Aníbal para contarle todo. Después de los aplausos, las felicitaciones y los buenos deseos, cerró la conversación con un de sus líneas molestas, pero verdaderas:
-Al menos no vas a seguir ganando mínimo. 
¿Y cómo refutarle?

lunes, 17 de febrero de 2014

Coleccionista de Besos

Soñador Ignacio Lehman va por el mundo llevando un mensaje de paz

Coleccionista de besos


**La cámara se convirtió en el elemento más preciado de un joven argentino quien en un viaje a Nueva York tuvo una idea revolucionaria: iría por el mundo de mochilero, tomando fotografías de besos. Es que un beso muestra la conexión de una pareja, de una familia... es un gesto de amor. Como él mismo asegura: Kisses are the solution: los besos son la solución a tanta violencia.

Lilihana Lara Arévalo

Seis años tenía Kyoko Katagami cuando la bomba atómica estalló en Hiroshima.
En Koi, un pueblo ubicado a tres kilómetros del epicentro del desastre, la entonces niña sintió que las piernas le temblaban. "Me impregnó una ráfaga de calor que se impregnó en mi piel. Un calor que nunca más volví a sentir", narra.
En su rostro quedan cicatrices de aquel momento. Las del alma, las que quedan intactas en la memoria y el corazón, la llevaron a rozar los más sublime de Hisao Katagami, su gran amor. Tendría él 14 años cuando ocurrió la tragedia. Era un adolescente rebelde que se escapó de clases y jugaba durante el estallido.
Hisao y Kyoko se conocieron tiempo después cuando eran voluntarios en Atomic Bomb Casualty Comission (Abcc), una organización que ayudó a levantarse a aquellos quienes perdieron la fuerza por el dolor de lo ocurrido.
Hoy Kyoko tiene 74 años. Hisao arribó a los 82. Los rostros están arrugados, el cuerpo ya no responde igual... y el amor está intacto.
Ignacio Lehman capta el sentimiento en una fotografía. La pareja sella lo más profundo de su corazón con un tímido toque de labios durante un memorial para la paz de Hiroshima, conmemorando el 68 aniversario de la explosión. Ignacio no duda en hacer click a su cámara.
La historia de amor y superación de la pareja japonesa es la favorita de este joven. Con ella selló su colección de sueños en el país oriental para lanzarse a otras fronteras, buscando paz.
Este relato es sobre él, un treintañero que abandonó su natal Argentina para recopilar pequeñas muestras de amor. Ignacio va por el mundo fotografiando besos (100 por cada ciudad que visita), y en su haber ya cuenta con más de mil gráficas.
Ha hecho escala en Ciudad de México, Ámsterdam, Tokio, Nueva York, París, Londres, Berlín, Barcelona y Buenos Aires. Ahora se encuentra en Perú. Visitaba Lima y se lanzó a la jungla, sin posibilidad de conexión con el mundo externo, buscando quién sabe qué.
Es que Ignacio es un tipo diferente. Va cazando historias de amor entre parejas, padres e hijos y hasta mascotas, haciendo volar su mente sobre los destino que le esperan, porque él representa eso: es como una imagen de jovencitos enamorados que se besan para despedirse, que se dan otro beso pequeño que los impregna de fuego, pasión y dulzura y tras una leve sonrisa, vuelven a besarse. Ignacio es el coleccionista de besos.

Sin ataduras
El viaje de Ignacio inició hace más de dos años mientras recorría Nueva York. Había renunciado a su trabajo en Buenos Aires y decidió pasar una temporada en Estados Unidos.
La magia de Times Square, el Rockefeller Center y la Estatua de la Libertad iluminaron su creatividad: se dedicaría a fotografiar besos alrededor del mundo.
"Los besos son una hermosa forma de contar una historia. El beso es algo divino", dice.
Para esta ocurrencia su única compañera fiel es la cámara. El proyecto fue llamado "100 World Kisses" y se ha reseñado en medios de comunicación de todo el mundo.
El rostro de Lehman siempre ilumina las primeras planas de los periódicos más importantes de los lugares que visita. 
En televisión suele vérsele con una sencillez de mochilero envidiable: zapatos cómodos, franela, pantalones cortos... No necesita de poses, ropa cara o excesivo reconocimiento, aunque se nota que lo disfruta.
No es para menos, porque al principio nadie daba un duro por su idea. Mostrar que con simpleza se puede llegar lejos, lo llena de orgullo.
Él es un soñador que busca enviar un mensaje de paz. "Kisses are the solution" (los besos son la solución) es la leyenda de la mayoría de sus fotos.
Su ojo fotográfico ha mejorado notablemente desde el inicio de la aventura. Inicialmente se mostraba una colección de fotos con un propósito interesante aunque un poco descuidado; ahora es una muestra de are sumamente cuidada y hermosa.
Recientemente se exhibieron las gráficas en el paseo peatonal principal Jirón Gamarra y en la Casa de la Emancipación, en Perú. El cantante León Gieco pidió autorización para mostrar las fotos durante un concierto en Argentina. La emoción del muchacho se sentía en el post que escribió para contar la novedad.
Eso sí, Ignacio es cauteloso. No se atreve a marcar ninguna de sus fotografías como "favorita".
-¿Qué tiene que tener una fotografía para que te agrade?
-No hay una fórmula fija. Tiene que contar una historia. Eso es todo.

Romance sin distinción
"Un beso es un puente entre dos almas", define Ignacio, pero su sensibilidad va más allá.
Con 100 World Kisses, el joven busca transmitir un mensaje de amor, paz y esperanza. Después de todo, dar un beso se trata de eso: de conectar a dos personas a través del cariño.
A pesar de los detractores y los tropezones, Ignacio no duda de la existencia de ese sentimiento que mueve masas: "El amor existe y en definitiva, todos lo buscamos. Algunos podrán hacerse los distraídos, pero tarde o temprano el amor siempre terminará triunfando".
-¿Puede un beso ser una herramienta para la paz?
-Es un símbolo. Dos personas que se besan están contando algo sin utilizar las palabras. En un mundo donde hay tanto caos, violencia e injusticias, los besos nos recuerdan volver a las bases de los que somos y de donde venimos.
Muchos no comparten la ilusión de Ignacio. En varias oportunidades sus fotografías han sido reportadas por usuarios de Facebook, escandalizados porque también muestra parejas homosexuales. 
En esos momentos, el cazador de besos tiene un pensamiento: "No veo la necesidad de acordar una única forma de amor entre todos. Eso no es amor. Amor también es vivir con libertad".

Con los sueños por delante
Si hay algo que refleja la vida de Ignacio es que los sueños no mueren. Él se despegó del 16 y
último, de la familia y de la patria y ahora es un ciudadano del mundo, a pesar de las dificultades.
Su estadía en cada ciudad se mide en besos: una vez colectados 100, debe tomar el avión y embarcarse en una nueva aventura.
La experiencia le ha mostrado que los latinos son más amorosos, por lo que fotografiar besos en Venezuela es una idea que juega en su mente. Confiesa que le agradaría hacerlo, de ser invitado. "Creo que es un país que tiene mucho para contarle al mundo".
En el otro extremo, hasta ahora los japoneses han resultado los más reservados.
"En Japón la gente no se besa en la calle. Apenas algunos se toman de la mano. Intentar fotografiar besos allí fue el mayor desafío que me ha tocado vivir. (...) No me quería rendir aunque a veces es tentador hacerlo. Y finalmente, lo logré. De eso se trata soñar. Soñar es aprender a no rendirse".
Y sus sueños muestran historias de amor, por sobre todas las cosas. Es que, en el fondo, esta historia sobrepasa a Ignacio. Él es un simple "cazador" esperando su presa. El beso y sus autores son los protagonistas, así como Koyko e Hisai. Ellos firman con el amor más puro.

***Besos bélicos
Ignacio Lehmann guarda otro anhelo: fotografiar  besos en ciudades donde haya conflictos
bélicos en un intento por demostrar que la humanidad y la pureza de corazón siempre saldrá ganando. "Mientras algunos  mueren por caprichos de vaya a saber uno quién, otro aman y desean iluminar sus vidas".
Si usted quiere colaborar con él o saber más de la iniciativa, puede contactar a Ignacio en su perfil de Facebook (/100WorldKisses), su página web (100WorldKisses.com), su perfil de Tuiter (@100WorldKisses) y su cuenta de Instagram (100WORLDKISSES),



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Publicado en Diario Primicia
Dedicado a Mr. Sunshine, por darme la sensación y el sentimiento necesarios para plasmar estas palabras.










domingo, 9 de febrero de 2014

Dime cómo te llamas y te diré quién eres (y II)

Identificación Cuando se trata de poner nombres, el venezolano se caracteriza por ser demasiado original

Dime cómo te llamas y te diré quién eres (y II)

***Impronunciables e imposibles de escribir. La inventiva causa problemas en quienes tenemos un nombre “poco común” y aunque se asomó una posible legislación al respecto, la dura crítica la metió en el cajón del olvido.

Lilihana Lara Arévalo

-Grupo número dos: Yuneisi, Dugleysis, Juletzys, Geisis y Yobetzy.
No pude disimular la mueca de desagrado al mencionar los nombres en seguidilla y las aludidas lo comentaron:
-Profe, nuestros nombres son lindos.
Esbocé una media sonrisa, más disculpa que otra cosa, por mi indiscreción. Después de todo, la inventiva es muy característica del venezolano y hasta reinas de belleza forman parte de esta estadística: la última Miss Venezuela coronada se llama Migbelis Castellanos y el nombre -producto de la mezcla de Miguel e Isbelis- generó chistes y comentarios en las redes sociales por su sonido peculiar. 

Nombres por tandas
El exceso de imaginación no es exclusivo. La filóloga y periodista cubana Yoani Sánchez, nombró su blog (y posterior libro) como “Generación Y” para distinguir a quienes nacieron en su misma época -la de los años 70- cuyos padres solían utilizar la letra "Y" como inicial de la mayoría de los nombres.
Según un reportaje elaborado por la BBC Mundo, “era parte del deseo de ser diferente, de afirmar la propia autonomía en un país donde el Estado controla casi todo”.
Francisco Javier Pérez, lexicógrafo y presidente de la Academia Venezolana de la Lengua (AVL) asegura que el fenómeno sí se agudiza en tierras venezolanas y divide la anormalidad  en tres grupos:
1. La extraña fusión: Son los estrafalarios, los surgidos por la fusión de los nombres de los padres. Muy pocos llegan a un resultado “feliz” pues además de ser difíciles de recordar, acarrean inconvenientes lingüísticos al ser formados con grafías “divorciadas”.
“Nadie sabe cómo se escribe y resultan mal pronunciados”, analiza Pérez, porque no solo el nombre es raro, sino que los padres imponen pronunciaciones ajenas a la lengua española. Algunas invenciones adquieren una sonoridad propia de las lenguas indígenas, incluso cuando el ascendiente aborigen más cercano haya fallecido unos quinientos años atrás.
2. El gringo latino: Jefferson, Anderson… millones de venezolanos tienen antropónimos de procedencia inglesa, eso sí, con su toque latino. Suelen presentar problemas con la grafía porque cada quien lo escribe diferente. Hay quienes siguen las normas del idioma de Harry Potter y otros que lo escriben tal como suena en español.
3. ¡Chinita querida!: Es que hay que rezarle a la mismísima virgen de la Chiquinquirá cuando un maracucho va a tener un hijo. No se sabe si es por el calor, el petróleo o los patacones, pero la creatividad suele írseles de las manos y los pequeños terminan con nombres bastante interesantes. Remedan personajes o instituciones, como es el caso de "Yusnavy", nombre muy popular en las tierras zulianas y que surge de la armada estadounidense (USA Navy). Existe el caso de una chica nombrada como "Yedosca", recordando el miedo al error del milenio conocido como Y2K. 

Supermán sigue en Venezuela
-Tú le puedes poner “computadora” a tu hija y no hay rollo -, me dice una empleada del registro guayacitano cuando le pregunto si hay normas para elegir apelativos personales. Se lo creo al encontrar la partida de nacimiento de una niña llamada “Azul”, presentada entre el 16 de septiembre al 1 de octubre de 2013.
La Ley Orgánica del Registro Civil solo da las pautas para sacar un acta de nacimiento. Boleta de nacimiento, copia de la cédula y acta de matrimonio (en caso de haberlo) son los requisitos. El nombre corre completamente por cuenta de los padres.
Si usted revisa el registro electoral, encontrará que varios Súperman se sientan a su lado en el autobús, que Tarzán puede ser compañero de clases de su hijo y que su nuero podría llamarse Hitler. 
El tema fue controversial en 2007, cuando el ex presidente Hugo Chávez mostró preocupación por el caso en cadena nacional. Se habló que el Estado establecería una lista de cien nombres para que los nuevos padres eligieran. La idea causó perspicacia y molestia al considerar que se coartaba un derecho simple.
Aunque no se avanzó al respecto, Venezuela no sería el primer país que intervendría en la identificación. Por ejemplo, la BBC Mundo reporta que en Islandia hay una lista de mil 853 nombres de mujeres y mil 712 para varones, esto para cumplir con normas gramaticales, de género y “salvar al niño de un posible bochorno”. En Japón, las autoridades pueden rechazar nombres de recién nacidos si se consideran inapropiados.
Un poco más restrictivo es el caso que la periodista Elizabeth Gilbert ilustra en Comer, Rezar y Amar. En Bali (Indonesia) solo tienen cuatro nombres para bautizar a los niños, sin importa el sexo: “Los nombres son Wayan, Made, Nyoman y Ketut. La traducción de los nombres significa primero, segundo, tercero y cuarto, y hacen referencia al orden en que se nace. En caso de tener un quinto hijo, el ciclo se repite desde el principio (…) Es perfectamente posible que dos Wayan se casen y su primer hijo se llamaría… Wayan obviamente”. Las familias pudientes tienen más libertad.
-Yo sí estoy de acuerdo para que haya una ley y se cambien los nombres -, dice Monseñor Mariano Parra Sandoval, arzobispo de la ciudad.- Hay tantos nombres criollos bonitos y el venezolano inventa mucho. Aquello es horroroso.

¿Cómo se escribe eso?
Son los hijos los que sufren las consecuencias que suelen verse en documentos legales y similares. Un nombre “raro” suele llamar al error y los papeles pierden validez en organismos del Estado. Tener una grafía diferente en un certificado de participación de un foro (por nombrar una nimiedad), es igual a que carezca de autenticidad en el mercado laboral.
Como lexicógrafo, Pérez ve un problema lingüístico aún mayor: “no es un antivalor y hasta se le dan méritos lingüísticos por la creatividad, aunque se debería buscar evitar la confusión”.
Quien tiene un nombre raro sufre por la arbitrariedad de quien lo escribe en su momento, considerando que la ortografía busca la regularidad. Algunas de estos antropónimos no cumplen con los principios regulares de la pronunciación y no diferencian qué tipo de palabra es (aguda, grave o esdrújula).
Un niño con nombre que brille en creatividad seguramente será burlado en años escolares. Es así el caso de Leonervis Hernández, cuyos compañeros danzaban al ritmo de Tambor Urbano (Leolelé Leoleolá), cada vez que los profesores pasaban asistencia.
A Teodoro Jansen lo molestaron llamándolo tesoro e inodoro; Aminta Carrillo siempre lleva aliento “a-menta”; al pobre David Edesio González le decía adefesio, necio y helecho y Legna Vivas siempre debe aclarar su inexistente relación con aquella famosa lenteja que creció en el Lago de Maracaibo.
Pérez tiene una recomendación simple: pensar en la criatura y los efectos de la inventiva, aspecto que secundo pues soy una víctima.
Fue mi padre quien consideró que una “hache” intercalada haría más bonito mi nombre, así como el de mis hermanas.
He perdido la cuenta de las veces que he tenido que deletrear y explicar los motivos de una simple letra; peor considerando que la creatividad se expandió a mi segundo nombre: Karina. Les juro que mi Karina, es Kharina. Así luce mejor, dice mi padre...

**Diccionario inexistente
Parte del problema es que, además de no contar con legislación al respecto, Venezuela carece de un diccionario de nombres, lo que es una práctica común en el resto del mundo.
La única manera de acabar con el ciclo de un mal antropónimo es cambiándolo, eso si la persona demuestra que es “infamante, lo someta al escarnio pública, atente contra su integridad, moral, honor y reputación, o no se corresponda a su género, afectando así el libre desenvolvimiento de su personalidad”, según lo establece el artículo 146 de la Ley Orgánica de Registro Civil.
“No se puede hacer por capricho”, explican en la oficina del registro civil.

viernes, 7 de febrero de 2014

Cuestión de perfección

Miré de un lado a otro ese minúsculo e inmaculado espacio, seguramente esperando que la regadera me diera la respuesta. Me estaba muriendo de ganas de hacer pipí y afuera de la puerta de madera estaba mi amante, esperándome para una sesión de caricias (creo yo) después del primer round en aquella habitación de hotel. No se me ocurrió otra cosa que tocar el frío metal del grifo del lavamanos y abrirlo. El sonido disimularía el del chorrito que salía de mi cuerpo.
Si no fue la primera, fue la segunda o la tercera vez que estábamos juntos. Daba igual, la cosa iba empezando y yo tenía que demostrarle su fortuna por estar conmigo. Porque una novia perfecta se despierta con aliento a menta, el cabello perfectamente peinado, la manicure y la pedicure intactas y claro... ni mea, ni caga.
Con el pasar de la relación, te das cuenta que las cosas no eran como te las pintaron. Del inicial "elige tú la película", "comemos donde tú quieras", pasamos al "no quiero ver esa porquería de acción" y "vamos a comer en Fridays... ¡FRIDAYS, HE DICHO!". 
El tipo te mira en tres y dos, preguntándose dónde quedó la mujer de las primeras citas, esa a la que no le importaba que bebiera con sus amigos los viernes en la noche y llegara tarde a la salida del sábado en la mañana.
La cosa llega hasta otros ámbitos. Lo vivo ahora mismo, en mi nuevo trabajo. Se trata de un grupo español que posiciona páginas webs y marcas. Contratan colaboradores en todo el mundo. 
Me decía mi jefe en la segunda entrevista: tú decides a qué hora llegas. Claro, mis colaboradores de allá suelen empezar el trabajo a las seis de la mañana.
¿Seis? Yo a esa hora estoy teniendo mi último sueño. Pero nada, uno tiene que demostrar que está agradecido por la oportunidad y que merece el sueldo. Ya pensaba en el discurso que me lanzaría:
-Oye, si me necesitas a las seis, estoy a las seis. Que digo a las seis. ¡Mejor a las cinco!
Afortunadamente, Jesús (mi  jefe) me dijo las palabras mágicas: "necesito es que estés despierta para que trabajes con ganas. Lo importante es que cumplas 160 horas mensuales".
Si no, me veía despierta desde las cuatro, café en mano o música rompe cristales, hasta que se acabara la magia y demostrara mis mañas y cuando se muestra esa cara, es cuando notas si el amor es verdadero.

martes, 4 de febrero de 2014

Dime cómo te llamas y te diré quién eres (I)

Identificación Anteriormente, los niños eran llamados usando el santoral católico

Dime cómo te llamas y te diré quién eres (I)

***Atrás quedaron los Ambrosios y Anacletos. Estamos en la época de Matías, Sofía, Santiago y Valentina. Descubra el porqué de la popularidad de estos nombres.

Lilihana Lara Arévalo

Cuando mi prometido me impuso cómo se llamaría nuestro hijo no nacido, le dije que el nombre de la niña correría por mi cuenta.
“Sofía” fue el que elegí, sin una motivación más sólida que un simple “suena bonito”.
No pasó mucho tiempo para que me retractara... menos de tres horas, la verdad. Iba de camino a casa y en el taxi que tomamos, relucía "Sofía" por todas partes. Supe así que era el nombre de la nieta del conductor. El mismo de muchas otras.
​​Porque en Latinoamérica, desde hace unos años este apelativo está de moda. Lo demuestra la última lista elaborada por la webBaby Center en español en la que se tomaron los nombres de los bebés nacidos entre enero y noviembre de 2012, cuyos padres ingresaron a la página.
En orden descendiente: Sofía, Isabella, Valentina, Camila, Valeria, Luciana, Ximena, Mariana, María José y Victoria son los nombres más comunes.
En los niños, la cosa no es diferente. Los próximos años las aulas de clases se llenarán de Santiagos, Matíases, Sebastiánes, Mateos, Nicoláses, Alejandros, Samueles, Diegos, Danieles y Benjamínes.
¿Se imagina usted a una maestra pasando lista y repitiendo el mismo nombre hasta cinco veces? Pues ya está ocurriendo.
-Yo llevo el carro lleno de Valentinas y Valerias-, dice una transportista escolar. 
Toca preguntarse, ¿qué hay detrás de este fenómeno de nombres calcados? ¿Cómo esos apelativos se volvieron los más famosos de la primera década del siglo XX? y ¿por qué quedaron atrás costumbres como el uso santoral?

El olvidado santoral
-Yo nací el día de San Nolasco. Casi no nací porque era cabezón y venía parado. Cuando lloré, alguien gritó: ¡Santísima Trinidad! Me pusieron: Trino Nolasco Guarisma.
El cronista de Ciudad Guayana cuenta su propia historia para introducirse en la de cómo el santoral, el calendario católico de los santos, era utilizado para distinguir a los venezolanos.
-Acuérdate del poderío de la Iglesia católica. No se movía una hoja sin que ellos lo dijeran - advierte.
Colocar estos nombres es parte de una costumbre antiquísima con la que los feligreses buscaban proteger a los recién nacidos, comenta Monseñor Mariano Parra Sandoval “Te daban un patrono, bien sea por devoción a él o por la fecha en la que naciste”.
No existían vacunas. Enfermedades como la fiebre amarilla y la tuberculosis eran muy comunes y el apego a la doctrina católica era mucho mayor.
En aquellos tiempos nacieron cientos de Isidros, Ambrosios, Anacletos y Basilios; nombres que ahora están “mal vistos” en la sociedad.
Haydeé Reyita se llama una de mis tías. Tuvo el tino de llegar al mundo el mismísimo día de los reyes magos. La cuestión siempre ha generado suspicacias y bromas en la familia.
Es que si a usted se le ocurre nombrar como “Timoteo” a su hijo, no dude que algún gracioso le preguntará por qué no lo quiere.
El poder de los medios

Hechos como la inquisición y medidas como el celibato de los sacerdotes o la prohibición de la píldora anticonceptiva, despertaron una mirada crítica en los católicos, analiza Guarisma. La pérdida de terreno se nota en el escenario político, la vida cotidiana e incluso, en el olvido del santoral.
“Ahora nos mueven los medios de comunicación. Esos son los que influyen en todo”.
El cuarto poder tiene un efecto cíclico en la población: ciertos nombres se ponen “de moda” dependiendo de quién cubra más páginas en los diarios.
El tan repetido Santiago podría tener sus raíces en el salsero Eddie Santiago y las madres de las Sofías, podrían buscar que sus pequeñas tengan la elegancia de la reina de España, la belleza inagotable de Sofía Loren, combinadas con la inteligencia de la periodista Sofía Imber.
Este fenómeno es descrito como circunstancial por el lexicógrafo y presidente de la Academia Venezolana de la Lengua (AVL), Francisco Javier Pérez. “Cuando hay un personaje famoso, sea un futbolista, un cantante o una actriz, empezarán a nacer niños con esos nombres”. Se incluyen aquellos pequeños llamados a partir de “culebrones”. “Son nombres compuestos que suenan a telenovela: Luis Fernando, Leonardo Alfonso (...)”.
El hábito ha logrado expandirse hasta nuestra ciudad. De 134 niños presentados en el Registro Civil entre el 16 de septiembre y el 1 de octubre de 2013, ocho se llaman Santiago. Se dieron actas de nacimiento a cinco Matías, algunos con diferentes grafías a las regulares para distinguirlos como Mathías y Mattía.
En el caso de las niñas, los padres de nueve Valentinas se acercaron a la oficina del registro, aunque la mayoría de ellos lo usó como segundo nombre. Seis Isabellas (Ysabella o Isabel), seis Sofías (se admite Sophia) y cuatro Camilas (Kamila también es usado), conforman el cuadro de las 113 pequeñas. 
Influencia cristiano-vampiresca
-La mamá de una amiga me dijo que le pusiera un nombre cristiano al niño, porque según los volvía más tranquilos.
Así fue como mi hermana se decantó por “Samuel” como apelativo de su primer hijo. Repetido constantemente en la biblia, el nombre significa “Dios escucha”.
Matías (Dios da), Mateo (hombre de Dios), Benjamín (hijo predilecto), Sebastián (venerable, majestuoso) y Daniel (justicia de Dios) también forman parte del grupo, quizás mostrando que la religión vuelve a tener potestad en este asunto.
Para nadie es un secreto el auge de la Iglesia cristiano-evangélica en los últimos tiempos. Su influencia ha llegado a Latinoamérica.
El portal Baby Center se aventura a acarrear a Isabella Swan (la protagonista de Crepúsculo, la serie de libros de vampiros escritos por Stephanie Mayer también  llevada al cine), la “responsabilidad” en la popularidad de dicho nombre. La fama de “Victoria” también podría deberse a esas historias, pues corresponde al nombre de una de las criaturas enemigas.
Ambas teorías son discutibles, más la primera en la que la credulidad juega un papel tan importante.
-¿Funcionó? ¿Te parece que Samuel escucha y es un niño tranquilo? -, pregunto a mi hermana.
-Para nada. Es un terremoto.

Los que perduran
A pesar de las modas, en Guayana siguen imperando nombres más comunes, o por lo menos eso revela la estadística del Registro Civil.
Alejandro Magno sigue teniendo influencia compartiendo nombre con 29 pequeños. Se aceptan variaciones como Alexander -Alejandro en inglés-. Otros 21 niños fueron presentados como José.
En el caso de las niñas, los ángeles acompañan a muchas de ellas pues en el conteo, 12 padres tomaron "de los Ángeles" como segundo nombre de sus hijas. Ocho Marías demuestran el poderío de la madre de Jesús y otras ocho Alejandras (Alexandras e incluso Aléx Sandra) incluyen el conteo. 
Supongo que el nombre de mi hija necesitará una chispa de creatividad, aunque no demasiada. 

¡De terror!
No es para que se aterre, pero entre los doctores y enfermeras también corren historias de ultratumba sobre algunos nombres.
En el área pediátrica del Hospital de Carabobo (en Valencia), por ejemplo, los empleados "intentan" evitar que los niños sean bautizados como "Dengenber", "Engerbert" o similares. 
Es un mito urbano del hospital. La experiencia les dice a los trabajadores que esos niños suelen presentar complicaciones médicas.
-Es increíble, pero suele ser así. La otra vez un doctor le dijo a una señora: ¿no le quiere poner otro nombre? - confiesa una enfermera.
Recuerde que se trata de una simple superstición. Ningún estudio ha demostrado que un nombre de la fórmula mágica de la excelencia... 

viernes, 31 de enero de 2014

Alma máter de la felicidad

Conducta La psicología positiva previene la depresión

Alma máter de la felicidad

***La Escuela para Aprender a Ser Feliz brinda herramientas de crecimiento personal y manejo de situaciones cotidianas para romper con el paradigma de que la alegría "cuesta".

Lilihana Lara Arévalo

Todos hablaban de lo que él ya veía venir. Una eventual barrida en la empresa donde trabajaba lo mantenía alerta, con pocas horas de sueño y en constante tensión. Sabía que él sería uno más de los “desincorporados”, eufemismo que usaba su jefe para hablar de un despido. Un consejo llegó a sus oídos en el momento preciso.
-No se dé el gusto de que lo maltraten, hijo. Arriésguese.
Porque quedarse sin trabajo es un problema, pero la depresión del “daño” es peor, dice Luciamelia García, una psicóloga con 34 años de ejercicio en la profesión. “Quedas lleno de dolor, rabia y odio. Sientes que quien te hizo daño fue la persona que más ayudaste”, explica.
Esa filosofía y visión de los problemas la llevaron a fundar la primera Escuela para Aprender a ser Feliz y con esa experiencia, dio la recomendación al muchacho. Él se arriesgó y renunció. Dejó atrás a un jefe enfurecido por no lograr su objetivo: darse el gusto de botarlo. Además, el muchacho consiguió un nuevo empleo en menos de una semana.

Psicológicamente positiva
Modificar esquemas mentales arcaicos es el objetivo de la Escuela para Aprender a ser Feliz. A Luciamelia García la idea le llegó como un chispazo al nacer su nieta, hace siete años.
-Mi hija me prometió que no iba a pelear más conmigo. Yo le dije que sería cosa de ella porque yo iba a seguir peleando.
García notó así que la educación venezolana está llena de dramatismo. Hay un modo mental novelero arraigado según el cual hay que sufrir para ser felices. Este esquema de que se logran metas a punta de sacrificio puro se enfrenta con el hedonismo, un concepto que habla de felicidad por felicidad y el placer como objetivo de vida.
La institución de García apunta hacia la psicología positiva, una rama de esta ciencia que originalmente buscaba estudiar el alma, pero que al no ser un ente medible, dirigió la atención a la conducta para ubicar las patologías y curarlas.
-Nosotros nos vamos al área preventiva. Dar a la persona las herramientas para que sea feliz y no llegue a la enfermedad.

Decretos en negativo
Originalmente concebida para mujeres, la Escuela para Aprender a ser Feliz pasó a ser un instrumento universal cuando la psicóloga notó que los hombres también necesitaban orientación para la vida. La primera ciudad en recibir los conocimientos fue Guayana, por la que la doctora siente gran cariño.
La premisa es que los alumnos vuelvan a ser niños, por ese sosiego que hay desde el nacimiento y que se pierde al adquirir estados de conciencia.
-No queremos a gente inconsciente, sino que se olvide que todas las cosas cuestan. Las cosas están allí en la misma medida en que tú asumes los logros y buscas lo que te van a dar.
Esa sensación de impaciencia permanente llega en la crianza. Una simple despedida con un “cuídate” denota un decreto en negativo; alguien que, tal vez sin querer, espera que suceda algo malo.

Obstáculos recurrentes
Los participantes de la Escuela para Aprender a Ser Feliz reciben cursos estándar de 164 horas académicas. Se forman para convertirse en “maestros de la felicidad” sin distinción de edad o género.
Se busca derrumbar muros: cambiar el modelo del sufrimiento con herramientas de la felicidad. Es necesario que se trabajen cinco grandes obstáculos: la crítica, la queja, la comparación, la competencia y el enfrentamiento. Evitar y transformar estos factores es necesario para llevar una vida más plena, manifiesta la psicóloga.  
-Cambiamos el paradigma del enfrentamiento por el manejo de desacuerdo.  Los obstáculos son los que más nos maltratan. La queja, por ejemplo, puede eliminar el momento agradable que te genera felicidad.
Los talleres buscan una transformación personal con una metodología de aprendizaje reflexivo. Triunfa la actitud positiva para evitar la depresión, un mal del que se habla con demasiada frecuencia.
-La depresión emocional es porque la gente perdió el contacto con los sentimientos. Tenemos que disfrutar lo poco que tenemos.

Fenómeno venezolano
Aunque el mundo vive una temporada de revolución hacia la felicidad que parece ser inspirado por el movimiento “nueva era” -definido por el portal web de la Agencia Católica de Informaciones (ACI) como “una forma de ver, pensar y actuar que muchas personas y organizaciones han adoptado para cambiar el mundo según ciertas creencias que tienen en común”- García asevera que su institución no tiene nada que ver con esta filosofía.
La psicóloga muestras ciertas reticencias al respecto al tratarse de una disciplina que no usa las herramientas de la ciencia.
-Se desconoce la situación real de las personas y se utilizan instrumentos sin saber realmente cómo puede ayudar.
Más allá de eso, el venezolano muestra una búsqueda consecuente de paz interna, interpretado por García como un fenómeno de habitantes “dormidos”.
-Cada uno tiene que hacer su papel sin quejarse. Mientras nos quejamos, no hacemos lo que nos corresponde. Debemos cambiar el rencor y la rabia por el equilibrio emocional.

Felicidad compartida
García enfatiza los problemas de pareja como uno de los más frecuentes en su trabajo diario.
-No nos han enseñado a cómo mantener una relación y eso se nota. Aprendemos con ensayo y error.
El dilema más regular es la separación y lidiar con los sentimientos.
-Hay que terminar en paz. Si hay rencor, se tarda mucho en conseguir otra relación. Hay que cerrar cortinas y abrir el camino para que llegue otra persona.
De esa manera también se evitan problemas de decepción y miedo a futuras relaciones.
Como no todas las personas son clones perfectos de alguien más, también hay decenas de definiciones de la felicidad.
-Es vivir ese ahora disfrutando el trabajo que haces, el compromiso que tienes con tu crecimiento personal. Es disfrutar esas cosas que la vida te pone y que son ciclos que hay que aprender a vivir.

*** Feliz contacto
Los cursos de la Escuela para Aprender a ser Feliz inician constantemente. Para recibir más información, tiene varias formas de establecer contacto.
Mail: escuelaparaaprenderaserfeliz@gmail.com

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Publicado en Diario Primicia



lunes, 13 de enero de 2014

Publicidad enceguecedora

Queja No existe ley que regule brillo de vallas luminosas

Publicidad enceguecedora

**Si bien Nueva York está plagada de avisos luminosos, Ciudad Guayana se considera una ciudad de conductores. Urbanistas y funcionarios de Transporte Terrestre piden revisión de este tipo de publicidad, considerada como un elemento distractor y contaminante visual.  

Lilihana Lara Arévalo
llara@primicia.com.ve
Fotos: Miguel Frontado

El Peugeot 207 transitaba por la Avenida Guayana, muy cerca del Terminal de Pasajeros Manuel Piar de Puerto Ordaz. Eran las 7:00 de la noche de un sábado cuando el brillo turbó al conductor. Fue el copiloto el primero en iniciar la lluvia de opiniones junto a los otros dos pasajeros:  
-¡Eso va a causar un accidente un día de estos!  
Se referían a las pantallas publicitarias cuyo mercado empieza a ganar fuerza en Ciudad Guayana; una lluvia de luces que promocionan eventos y empresas y que se lleva la atención directa de conductores y transeúntes por diversos motivos, incluyendo su potencial cegador.  

Ley en mano
Blanca Carballeira es una de las detractoras de este tipo de publicidad. Urbanista y asistente
de la Unidad de Planificación Urbana de la Alcaldía de Caroní, ha llevado su preocupación al ente en el que trabaja.  
Lleva con ella un basamento importante: la Ley de Transporte Terrestre promulgada en 2008 y en la que también se aferra Alexis Ascanio, exjefe del Cuerpo Técnico de Vigilancia de Transporte Terrestre (Ctvtt) regional.  
En el artículo 92 de la legislación se habla de la prohibición de publicidades que perturben la visibilidad al conductor: queda prohibida la colocación de anuncios (...) en una franja de los predios colindantes a las mismas equivalente a cincuenta metros (50 mts) medidos desde el eje de la vía en las autopistas nacionales; de treinta metros (30 mts) medidos desde el eje de la vía en las carreteras pavimentadas y quince metros (15 mts) medidos desde el eje de la vía en las carreteras no pavimentadas, dentro o fuera del derecho de vía.  
En Caroní, es la dirección de Hacienda Municipal la encargada de autorizar la colocación de vallas publicitarias, tal y como lo expresa la Ordenanza de Impuesto sobre Propaganda y Publicidad Comercial. En ella se especifican las prohibiciones y la distancia que debe haber entre las vías y tales elementos.   El problema con este instrumento legal es que no se especifica el brillo que deben tener; quien desee colocar cualquier tipo de aviso publicitario, solo debe llenar una planilla y cumplir con requisitos básicos.  
“Yo tengo mis reservas con esas pantallas porque se trata de una luz intensa que puede afectar al conductor”, explica Carballeira.  
En Colombia, este tipo de publicidad está restringida. Juan Antonio Nieto, secretario de Ambiente, informó al diario El Tiempo que dichas pantallas “quedaron prohibidas en las grandes avenidas, para evitar que los conductores se distraigan y sufran accidentes”.  
Su regulación obliga que los avisos luminosos se coloquen en vías secundarias y midan de 15 a 18 metros de ancho. No deben superar los 15 metros de altura, ni estar sobre fachadas.  

Espacios de conductores
Son varias empresas las que prestan el servicio de las vallas luminosas. Efprovisión C.A. posee dos de ellas en Alta Vista y ahora levantan una tercera en Castillito. Ana Lucía Ramos, agente de ventas, asegura que jamás ha escuchado quejas por la luminosidad, al contrario, la empresa recibe muchas llamadas agradeciendo los mensajes educativos que colocan. “El brillo de nuestras pantallas está graduado”, cuenta.  
No hay restricción de colores a ser mostrados. Las empresas trabajan con diseñadores quienes se ciñen a la imagen de la organización o el evento a promocionar.
Aunque algunos publicistas aseguran que las pantallas son un avance para la ciudad. Carballeira advierte que no puede compararse a Guayana con espacios como Nueva York y Las Vegas, plagados de anuncios luminosos en cada metro cuadrado. Aquellas ciudades se consideran peatonales, irónicamente por los continuos embotellamientos que generan alta afluencia de transeúntes.  
“La gente camina mucho y puede ver las vallas con detenimiento. Aquí no es así”. La mayoría de los lugares donde están apostados estos avisos, son vías rápidas.

Pro ahorro energético
Una de las restricciones especificadas en la ordenanza sobre las vallas luminosas, se refiere a la necesidad de que Corpoelec autorice su levantamiento, para evitar desperdiciar electricidad, más aún en tiempos de ahorro energético.  
Ramos asegura que su empresa mantiene contacto directo con la organización, desde donde recomiendan el uso de tecnología Led (que es la que poseen) porque genera consumo eléctrico mínimo.  
También tienen establecidos horarios de funcionamiento: de domingo a jueves, de 6:00 de la mañana a 10:00 de la noche y el resto de la semana, se extiende hasta las 12:00 de la noche, tomando en cuenta que hay mayor flujo vehicular.

Sin incidencias
Fue en el año 1998 que Venezuela tuvo su primer aviso publicitario entre luces. La autopista Prados del Este se engalanó con los colores. Pantallas similares (con más tecnología) se han expandido por el resto del país.  
Más allá del destello, en la ciudad no se han registrado accidentes por estas vallas. Así lo informa un funcionario del Ctvtt que no puede ser identificado. Para quienes se quejan, la opción es el reclamo.  
“Si vienen para acá y ponen la denuncia, se estudia el problema. En otro caso, no somos adivinos”.

**Exceso de vallas
Blanca Carballeira advierte que en la Unidad de Planificación Urbana, se trabaja en un plan de manejo de las vallas. La cantidad de publicidad causa un desorden visual, que atenta contra el paisaje urbano.
Considera que están mal distribuidas, en una clara muestra de contaminación al paisaje y la vista de los guayaneses, a pesar de las ganancias que generan al municipio.

Publicado en Diario Primicia
Página 11 de la edición del 13/01/2013