Muerte La siquiatra Elisabeth Kübler Ross divide el duelo en cinco etapas
En el ring con el desconsuelo
**En Venezuela, la principal causa de muerte son las enfermedades del corazón, mientras que la violencia se llevó a 21 mil venezolanos en 2012. Como dicen por allí, la muerte es lo único seguro que tenemos en la vida, por lo que aquí se ofrecen herramientas para acabar con la pena de perder al ser querido y seguir adelante.
Lilihana Lara Arévalo
llara@primicia.com.ve
Ella se despierta con el corazón acelerado. Se levanta a trompicones y con desesperación toma el celular. Son las 03:00 de la mañana. Nadie ha escrito desde que hace cuatro horas el sueño la venció. La llamada que espera, nunca llegará.
Él se ha ido y ella no lo acepta. Se fue para siempre luego de que el cáncer lo consumiera de a poco.
Ella no es la única que sufre, porque la señora muerte, como la llaman con todo respeto, diariamente visita a miles vestida de traje negro y guadaña, dejando en un muro de lamentos a los seres queridos.
En Venezuela, las enfermedades del corazón corresponden la principal causa de deceso natural; número que se enfrenta a las muertes violentas. En 2012, se registraron 16 mil asesinatos en el país, según Néstor Reverol, ex Ministro de Interior y Justicia aunque en los números del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) la cifra asciende a 21 mil. De esas muertes, 585 ocurrieron en Guayana, revelan conteos extraoficiales.
A las peticiones de justicia y engorrosos trámites funerarios se enfrentan los dolientes, quienes después de haber entregado el cuerpo a la tierra –en caso de que sean enterrados- quedan en el abismo de duelo.
Más que muertes
Psicológicamente el duelo se define como un proceso natural que atraviesa el ser humano cuando se enfrenta a una pérdida, por lo que no se relaciona exclusivamente a la muerte.
Una persona también entra en tal estado cuando pierde su empleo, rompe una relación amorosa o se entera que sufre una enfermedad terminal.
“Es un dolor psicológico; la manera en que la mente lidia con lo que está pasando”, dice Giovannina Vivas, sicólogo clínico.
Se trata entonces de la tristeza y la incertidumbre de no saber qué pasará, de sentirse perdido y confundido, cuando cambian definitivamente algunas circunstancias de la vida monótona. Puede sentirse igual de devastada una mujer que acaba de perder a su madre, como una chica que hace poco rompió una larga relación amorosa.
Cinco etapas famosas
Aunque el sicólogo Evart Gurley, advierte que la manera vivir el duelo es diferente para cada individuo, la siquiatra suizo-estadounidense Elisabeth Kübler Ross dividió el proceso en cinco etapas, publicadas en el libro On death and dying del año 1969.
La explicación se popularizó rápidamente en las escuelas mundiales dedicadas a la conducta, así como en el colectivo, gracias a series de televisión y otros medios de consumo masivo, en las que se comúnmente se hace referencia a ella, aunque sin rendir tributo a su autora.
Constituye la negación la primera fase del duelo. Vivas la conceptualiza como un mecanismo de defensa; la herramienta que tiene la mente de protegerse ante la noticia fatal. “No es que se esté inconsciente de lo que pasa, sino que es una forma en la que la psique se protege”.
Se observa en la típica conversación con el amigo, quien intenta dar una palmada en la espalda con una pregunta innecesaria. El “¿cómo te sientes?” se responde con un simple “bien” o “no ha pasado nada”. También se refleja en los: “esto no puede estarme pasando”; esa idea de que estamos en una pesadilla con ganas enormes de despertarnos. “Es natural. Es una forma de no volvernos locos”, completa la sicóloga.
Se pasa entonces a la depresión, comprendida como una tristeza mayor a la común. No es lo mismo sentirse mal porque se discutió con el hermano, que caer en un estado depresivo en el que el dolor parece ser infinito y sin salida.
Esta fase está ligada con la ira en la que quien padece el duelo no se explica por qué ocurrió el hecho e incluso, puede haber un poco de culpa. Son comunes expresiones como “pude haberlo hecho distinto”, “si tan solo hubiera…”. Sentimientos de envidia y molestia suelen ser proyectados hacia quienes están alrededor.
Es la negociación la cuarta etapa, en la que la mente intenta sobrellevar la pérdida. El individuo justifica por qué no hizo algo por quien falleció y hay un análisis constante en el que, cual película, se repite lo ocurrido. Vivas lo define como un “negocio interno” en el que la persona comprende lo ocurrido y se enfrenta a sí mismo. Se pregunta: “¿qué voy a hacer con estos sentimientos?”.
Finalmente, llega la aceptación; la comprensión de que nada es para siempre y que la vida continúa. Cumplir este ciclo debería tomar de seis meses a un año.
Entorno afectado
Atravesar dichas etapas, viene acompañado de una sensación de tristeza e irritabilidad. Vivas manifiesta que durante el duelo se está tan sensible a los estímulos externos, por lo que es frecuente que surjan problemas con quienes rodean al doliente.
“Es propio del duelo. Si se murió alguien que quieres, se ve afectado tu trabajo o tu relación de pareja. Si terminas con tu novio, puedes tener dificultades con tus amigos o en tu entorno laboral”.
Quienes acompañan a quien sufre y el propio afectado, también debe entender que el doliente tiene derecho a los sentimientos que experimenta y a conversar sobre eso. “Hablar es importante para no reprimir sentimientos. Se debe recurrir a quienes se les tiene confianza, pero no abusar. No todo el mundo está preparado para escuchar”, aconseja.
Salir adelante
Para sobrellevar la pérdida, los sicólogos hablan de herramientas conocidas por todos. Gurley, por ejemplo, comenta de la importancia de continuar la vida: siempre se debe vivir.
Recomienda estipular nuevas metas a futuro; un estilo de vida diferente. Vivas lo apoya, ahondando en la importancia de “ubicarse” en lo que aún queda por vivir. “Uno no debe anclarse en el pasado. Eventualmente te das cuenta de lo que tienes en las manos y lo que puedes hacer con eso”.
Sugiere no abandonar las actividades cotidianas, rodearse de personas y continuar acudiendo a la universidad o el trabajo.
Mantenerse activo es otro consejo que da la sicóloga. “Uno tiene derecho a no salir un día. El problema es cuando se torna algo frecuente”. Encerrarse en casa puede generar tristezas que estallan en una depresión.
“Lo más importante es apoyarse en el otro porque somos seres sociales. Algunas personas se aíslan. No es una buena opción”.
Previniendo el dolor
Cualquier persona preferiría evitar el dolor de la muerte, aunque se trate de algo inevitable. El problema radica en nuestra educación que no nos prepara a las dificultades.
Giovannina Vivas lo explica con un buen ejemplo: el primer amor. “Cuando se tiene la primera pareja, crees que es el amor de tu vida y eso pasa muy pocas veces”.
Aquí reza la importancia de ser inteligente emocionalmente: comprender lo que se está sintiendo y regular las respuestas a ello.
Ver la pérdida desde otra óptica también es fundamental, tal y como ocurre en el budismo. Arturo Sánchez, miembro del Centro Budista Camino del Diamante –una de las escuelas de este estilo de vida- advierte que para ellos la muerte está comprendida como un “cambio de estado”.
“No quiere decir que no nos afecte porque hay sentimientos que nos conectan. Es más como una despedida, como quitarse y ponerse la ropa”.
En el budismo, la creencia es que lo que es permanente es la mente (que no el cerebro), a diferencia del cuerpo. “La mente está en todas partes, es inmutable al tiempo”. Entonces, ese “cambio de estado” se considera tan natural como un cambio de residencia, de nivel y presentación.
No en balde, el budismo maneja el concepto de la reencarnación según el cual una misma mente resurge en innumerables vidas. “Nosotros somos responsables de nuestra próxima vida y de cómo vamos a reencarnar. Es la ley de la causa y efecto”.
La meditación que se practica en esta doctrina (aunque Sánchez asegura que no debe dársele tal sustantivo) forma parte del método para lidiar con la pena. “Se puede tomar distancia de las emociones. Uno decide si quiere lidiar con ellas o no”, comenta al tiempo que asegura que no se trata de reprimir: “las emociones suelen llevarnos a cometer actos de los que nos arrepentimos”.
Tal concepto es criticado por Gurley, para quien hay que vivir el duelo de una forma natural. “Uno no se puede cerrar a eso, lo que hay que hacer es dejar de ver la muerte de forma trágica”.
Y Sánchez lo hace cuando dice que no hay que temer a la muerte, pues es lo único seguro en la vida. “Lo que varían son las formas de morir”.
A los no budistas sugiere calmar la mente con ejercicios sencillos: sentarse cómodamente con la espalda derecha y despegada del espaldar de la silla y focalizar la atención en el aire que entra y sale de los pulmones. “Ayuda si estás alterado”.
Consulte a un especialista
Si hay algo en lo que concluye Sánchez es en la aseveración que el budismo no es terapéutico. “La depresión debe ser tratada por un profesional”.
Aunque Vivas preferiría que las visitas al psicólogo fueran parte de una vida cotidiana, sabe que la mayoría de sus pacientes buscan ayuda cuando están en el fondo del foso.
Aun así, comenta los momentos en los que es absolutamente necesario buscar ayuda: cuando ha transcurrido un año de la pérdida y cuando el duelo se vuelve patológico.
Ahonda sobre el segundo ítem y lo define como cuando el recuerdo continúa atacando al doliente. “Y él sigue esperando, duerme con algo de la otra persona. No lo deja ir”.
El siguiente escalón es ir con el siquiatra, en casos en los que se padezca insomnio. “Allí ya se necesita medicación”.
Eso sí, nunca dude en buscar ayuda. Recuerde que aún quedan aventuras por vivir.
Pequeños somatizan
La pérdida del padre o el abuelo, también afecta a los niños. Giovannina Vivas manifiesta que en ellos, es usual que se vuelva una afección somatizada. “Los niños presentan enfermedades estomacales y otras variantes porque no hablan lo que ocurre”.
Es la comunicación la clave para salir adelante, dice Evart Gurley: siempre hay que decirles la verdad de la mejor manera. No se les debe explicar lo ocurrido con demasiada tragedia.
Publicado en Diario Primicia
26 de noviembre de 2013
(Ideas que surgen cuando ves Lost y Shannon sufre por la muerte de Boone)