Huelga
Los trabajadores de Minerven no quieren más promesas
El
Callao en suspenso
**Más
de un mes de una huelga que parece no tener fin. Mientras se resuelva
el conflicto laboral, tres ciudades se vienen abajo. Minerven
constituye su principal aparato económico.
Lilihana
Lara Arévalo
Fotos:
Eliézer López
El
Callao se siente diferente. Atrás quedó el colorido característico
de sus monumentos; lo reemplaza un spray de insultos y reclamos.
Tampoco se escucha la música estridente que impulsa el movimiento
del cuerpo. Ahora hay gritos de reclamos y aclaratorias de grupos en
los que todos quieren hablar .
Detrás
de ellos hay un pueblo que observa con cautela, habla con prudencia y
muestra su pensamiento con una acción: este lunes, 26 de julio, el
comercio se paralizó durante 12 horas, una muestra de apoyo a los
trabajadores de CVG Minerven y su medida personal de protesta ante el
punto que mencionan todos los protagonistas del problema: el declive
de la empresa; la destrucción de un patrimonio.
Génesis
de un conflicto
A
las afueras de la Planta Caratal de Minerven un grupo de obreros de
la empresa aurífera colgaron hamacas, ubicaron mesas, y armaron un
fogón. A las 11:00 de la mañana hay dos mujeres cocinando el
aguaíto del mediodía.
Son
parte del grupo de trabaja- dores del turno de 7:00 a 3:00. Esa
jornada, la del 31 de julio de 2013, se cumplen 45 días de la
protesta de brazos caídos que inició el 17 de junio con la tranca
de la troncal 10 de la carretera nacional, principal vía de acceso
al sur del país. Adentro solo está servicio mínimo, el personal
justo y necesario para mantener en orden las minas.
Los
obreros llevan tanto tiempo allí, que cada quien lanza un número
distinto al señalar los días de protesta. Se sienten como en casa,
una con una entrada tapizada con insultos a Franqui Patines,
presidente de la empresa, los gerentes que lo acompañan y Elvis
Soto, el secretario general Sinmioro, o como ahora lo conocen: el
traidor.
Rafael
Flores es uno de los primeros en tomar la palabra. Trabaja en el área
de mantenimiento desde hace 21 años y junto a sus compañeros pide
la cancelación de pasivos laborales.
Si
bien el detonante de la pro- testa fue no cancelar la caja de ahorro,
hace un recuento de los últimos años en la empresa en los que no
reciben materiales de seguridad, leche, jabones y no se les permite
tomar vacaciones u otros beneficios. Por el mismo conflicto, Luis
Herrera Mendoza fue destituido del cargo de presidente de la
empresa en 2011.
Porque
si hay algo en lo que concuerdan las partes, es que la base del
conflicto está en la gestión de Herrera. Paula Aular, gerente de
recursos humanos de Minerven, recuerda las condiciones en las que
Patines entró a la empresa: “No hubo compra de equipos, ni
inversión. Los stock estaban en cero. Ningún proveedor le fiaba a
Minerven ni un lápiz”.
En
aquella oportunidad le pusieron fin a la mala administración a punta
de protestas. Ahora esperan lo mismo: quieren la cabeza de Patines y
los gerentes. Se hartaron de promesas. “Estaremos aquí hasta la
muerte”, grita uno de los trabajadores y el resto se une a él.
Poder
sindical
Elvis
Soto se acercó a la prensa sin ser buscado. Apenas vio el auto
rotulado, buscó los recortes de periódico que reseñan todo el
conflicto en el que mantenía en silencio, hasta ahora.
Se
refiere a los quienes protestan como “el grupito ese”. “Yo
acaba de pasar por allá y no son ni 50 personas. Esto es una
guarimba”. Los tilda de violentos aunque no se les ve armas en-
cima.
“No tienen liderazgo, porque si así fuera, no tendrían la planta
cerrada con cauchos y piedras”, asevera. Ciertamente, ese es el
estado exterior de Planta Caratal. Acercarse a Mina Isidora es
imposible para cualquier vehículo oficial, pues los habitantes de El
Perú-Chile -en su mayoría mineros de la empresa- lo impiden, aunque
afincan que no son violentos.
Tanto
Soto como Aular señalan que se trata de una pugna sindical liderada
por Exaviel Alexander, trabajador de Minerven y miembro del sindicato
de la antigua Venrus.
Tras
la nacionalización del oro y la fusión de las empresas mineras, los
sindicatos Simpro y Simioro quedaron activos en la representación
gremial.
“Exaviel
ya ha hecho esto antes. No quiere esperar las elecciones. Busca
sabotear. Yo no quería decir nada, pero llega el momento de hablar”,
señala Soto.
Necesaria
auditoría
Según
cifras del Banco Central de Venezuela (BCV), la producción de
Minerven cayó en un 25% el primer trimestre de 2013, una cifra
interesante al considerar que desde el 2012 la empresa absorvió a
Venrus, PMG y MS.
Quienes
protestan tienen una explicación: corrupción. Exigen a Nicolás
Maduro, presidente de la república, que le eche un ojo a Minerven.
Ya ni en Rafael Ramírez, el ministro de energía y petróleo, creen
demasiado, tras verlo en una foto con el sindica- lista Soto.
“Soto
lo secuestró”, aseguran. Lo cierto es que una auditoría está en
puertas de manos de Pdvsa, empresa a la que se le pidió una alta
suma para el pago de pasivos laborales.
“Entre
los pasivos que entregó Pdvsa, llama la atención la caja de ahorro
porque es un monto considerable. Es una incidencia por una mala
praxis de una gestión que arrojó el pasivo a los trabajadores”,
cuenta Aular. Tras ese procedimiento, se bajarán los re- cursos para
cancelar lo que tanto piden.
Se
explicó a los trabajadores que era necesaria una prórroga para
otorgar el dinero. Ellos ya se hartaron y aunque la huelga estaba
activa, la comisión de Pdvsa se dirigió a El Callao sin grandes
resultados porque no se les permite entrar a la empresa.
“A
mí es que me van a auditar y ya quiero que lo hagan para que se
termine esto”, asienta Aular.
Mientras
eso ocurre, mientras la huelga llega a su fin, Aular acusa de
“irresponsables” a los trabajadores por las pérdidas que se
genera al Estado. Asegura que Mina Isidora se está inundando y que
se pierde una producción de 400 kilos de oro diario.
Los
trabajadores hablan de una deuda que supera los 600 mil bolívares a
cada uno de ellos y hasta que no vean un compromiso real para
cancelarla, seguirán en el portón. Entonces regresará el color a
El Callao: el oro brillante.
En
zozobra
“Los
comerciantes se suman al paro porque son primos, hermanos o amigos de
los mineros”, dice Soto. Ellos dicen otra cosa, aunque desde el
anonimato.
“Hay
que apoyarlos porque se les debe plata. ¿Si a usted le deben va a
querer que le paguen, verdad?”, opina el dueño de un restaurante
de la zona. Desde el paro, las ven- tas han bajado.
“No
es para menos. Ellos son los que mantienen El Callao, Guasipati y
Tumeremo. Si esa empresa se viene abajo, todos caemos. Es un efecto
dominó”, completa.
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Trabajo especial publicado en Diario Primicia, edición 04/08/2013
Página 20, sección "Regiones"
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