lunes, 17 de junio de 2013

Leila Macor: El humor es un trabajo de quitar disfraces y máscaras


Literatura Leila Macor es autora de “Nosotros los impostores” y corresponsal de la AFP

“El humor es un trabajo de quitar disfraces y máscaras”

***Venezolana e hija de italianos, estudió “la carrera más inútil del mundo” y decidió dedicarse a la peor pagada. Ahora vive en Los Ángeles, disfrutando del mundo con su visión particular y sarcástica de la vida. 

Lilihana Lara Arévalo
llara@primicia.com.ve

Foto cortesía

Leila Macor se oculta tras la fuerza de las palabras. Su prosa es mordaz, inteligente y temeraria, pero ella se desvanece en persona, o así se siente a través de la magia del Skype
La rubia gesticula cada pensamiento, juega con sus manos y  medita cada respuesta que expone con voz ligera. No en vano, revela que sería incapaz de presentar un monólogo aún y cuando sus dos libros “Lamentablemente estamos bien” (2008) y “Nosotros los impostores” (2010) están escritos en tono humorístico. 
Es su última obra la que la mantiene en las estanterías de las librerías venezolanas; una de las cartas de presentación de la Editorial PuntoCero, especializada en literatura de No Ficción. 
Se trata de una compilación de historias, cuentos y reflexiones previamente publicadas por la autora en su blog www.escribirparaque.com que mantuvieron a la expectativa a sus lectores por casi tres años. 
-¿Cómo surge la idea?
-No fue que me propuse a escribir un libro, ni nada. “Nosotros los impostores”  tiene más o menos dos o tres años de trabajo, lo que escribí en mi blog. 
Tenía todo ese material allí. Lo junté, hice un filtro, después escribí otras cosas para ofrecer algo más, algo que fuese inédito y lo organicé. 
Creo que funcionó porque el avance de la tecnología ha venido modificando nuestra manera de pensar y en general tenemos menos capacidad de concentración.
-La premisa del libro es que todos somos impostores, todos somos hipócritas. Se requiere fuerza para desnudar eso.
-El humor siempre es un trabajo como de quitar los disfraces y las máscaras, qué es lo que es fácil y ridículo, el esqueleto, como desnudar y creo que por eso fue el título. Hay un patrón que es una consecuencia lógica del humor. 
-¿Has pensado en hacer stand up?
-No me atrevo. Me lo han ofrecido y en realidad si yo hiciera un curso y armara algo... me daría terror. Cuando tengo que hablar en la radio me dan ataques de tos nerviosa... no, no, no. 
-Tienes una manera deliciosa de llevar el sarcasmo ¿Cómo la maduraste?
-Tienes que ser un poquito cruel para ser sarcástica. No te tiene que importar demasiado la reacción del otro. 
Por ejemplo, el primer libro, el título es una frase que dijo una señora que era amiga. Dijo en ese momento: “sí, lamentablemente estamos bien”, una frase tan ridícula que la usé como título. La señora ya no me habla. Son decisiones crueles. Si no haces ese tipo de sacrificios sociales, no puedes ser sarcástico. 
El sarcasmo viene de mi padre que es italiano y ser hija de inmigrantes te hace tener una visión crítica de tu entorno. Nunca perteneces totalmente a un lugar.
-De las publicadas, ¿cuál es tu historia favorita?
-La que más me gusta es “La guerra de las semillas”. Esa es más por todo lo que me imaginé que porque lo que logré plasmar. Quedó corto porque daba para una novela. Imaginarme cómo iba a ser en un futuro si hay una crisis... es que fue tan ridículo enterarme que en Noruega hay un lugar para resguardar semillas. Y yo “¿resguardarlas de qué? Cómo voy a hacer yo para ir a sembrar unas margaritas cuando haya una crisis?” Es absurdo.
Hay otro que me gusta muchísimo que se llama “La bomba domesticada”. Ese fue un desamor, un tipo que me prometió de todo y luego nada. Yo sabía que no iba a poder cumplir, pero me imaginé que podía cambiar la cosa. 
-Las mujeres siempre queremos ser quienes los cambien. Creemos que van a ser diferentes con nosotras.
-Exacto y no lo vas a lograr, estás invitando a una bomba a tu casa. Entonces, cuando se terminó la relación, yo quedé devastada por haberle puesto tanto a eso. Sentía que me había explotado una bomba por dentro. 
-¿Cómo mejoró tu estilo desde el primer libro?
-Si leo el primero lo veo un poquito más ingenuo. En el primero acusaba mucho al otro, en el segundo me incluyo más, me burlo más de mí misma. 
Yo me burlo de mí y la gente se identifica conmigo y me conoce, pero la que está quedando en ridículo soy yo. Si tú te sientes identificada, es problema tuyo, yo no dije nada. 

El salto increíble
Cuando no escribe sátiras de la vida, Leila se dedica a trabajar como corresponsal de la Agence France-Presse (AFP). 
Originalmente licenciada en letras, Macor dio el salto al periodismo a los 32 años. Ahora labora en Los Ángeles, la ciudad de las luces, el glamour y el cine que inspira a su mente activa.
-Eres licenciada en letras
Sí, soy venezolana y estudié letras en la central (Universidad Central de Venezuela). Nunca pensé en emigrar y me casé con un uruguayo y en esa época que era el 96 empezó a haber mucha inseguridad en el país y me pareció terrible. Te reirás ahora. 
De ahí trabajé aquí en cosas relacionadas con publicidad, pero estaba recién graduada en letras que es la carrera más inútil del planeta. 
A mí me encantaba, la hice con mucho placer, pero uno sale de la universidad y a no ser que vayas a ser maestra de literatura o te vas a trabajar en un instituto de investigación literaria, no puedes hacer gran cosa.
-Y te vas a estudiar periodismo que es la carrera peor pagada. ¿Qué pasa en tu cabeza?
-Lo que pasa es que uno tiene sus problemas. Uno es masoquista (risas). Tenía 32 años, me metí en la Católica de Uruguay y todos mis compañeritos tenían 18 años. 
Yo era mucho más ambiciosa porque yo no quería hacer todo el proceso de periodista que arranca cubriendo calle. A mi edad ya yo debía estar más allá. Se me metió entre ceja y ceja que quería entrar en AFP para saltarme muchos pasos. Lo logré.
-¿Cuál es el reto que tienes como corresponsal en una agencia tan importante?
- Te das cuenta qué es lo que realmente interesa. Yo tengo una señora italiana en la sala de su casa en la cabeza. Si me parece que a la doña no le va a interesar la noticia, no sale. Eso te genera una idea de qué es lo que se considera noticia. 
No puedes demorar cuatro horas en mandar una nota. Una aprende a sacrificar el estilo y después lo arreglas. Esa velocidad te ayuda mucho en la escritura personal. Mis textos son cortos, no sobran palabras. 
-¿Prefieres ser la Leila que escribe libros o la periodista? 
La diferencia es el manejo de las fuentes, pero es lo mismo. Cuando el texto es mío, me invento las fuentes, juego mucho con el periodismo. No lo siento como algo distinto. 

El próximo libro
Como quien acaba de casarse y le preguntan cuándo tendrá un bebé, Leila se enfrenta a la misma interrogante: el nuevo libro. Revela que sí tiene planes para ello.
“Creo que no va a ser tan humorístico. Va a ser un poco más serio, de periodismo de investigación. Y ya que estoy en Los Ángeles, me gustaría escribir sobre eso. Estados Unidos es contradictorio. Creo que va ir un poco por ese lado”.

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Publicado el 17 de junio de 2013 en Diario Primicia 
Página 36, sección Placeres
Puerto Ordaz - Venezuela
Puedes ver mi reseña de "Nosotros los impostores" aquí.





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