miércoles, 5 de junio de 2013

Una Biblia de buena escritura

Una enfermera psicópata que secuestra y tortura a un famoso autor de libros para que éste escriba una
última obra; un payaso de otro planeta que siembra terror en niños y adultos; una adolescente con poderes telequinéticos que los emplea contra quienes le hacen daño; una niebla extraña que oculta insectos enormes, capaces de matar a cualquiera con un simple piquete. Uno se pregunta de dónde Stephen King saca tantos universos y él pretende responderlo en su libro "Mientras Escribo".
Le adelanto la respuesta y es que no hay respuesta. No hay fórmula secreta para que las ideas caigan en la cabeza más allá que tener los ojos completamente abiertos a la calle, a lo que sucede y a lo que podría ocurrir sí... Igual debo sugerirle a usted, pichoncito de escritor (rango en el que me incluyo) que lea "Mientras Escribo", porque lo que sí expone King es la forma de hacer un jugoso y atractivo relato. 
El escritor de continuos bestsellers comparte su caja de herramientas: la importancia de leer, escribir, seguir escribiendo y los detalles que hay que tener en cuenta. Cuando lo lees, estás ante una clase magistral de escritura que te golpea cada tanto cuando te ves reflejado y ubicas tus fallas. Con esa información usted puede hacer dos cosas: prestar atención y mejorar su escritura, o hacerse el loco y continuar golpeándose contra la pared, en el mar de la pobre escritura.
King también es muy mordaz y muy directo: muchos se creen escritores, pocos lo son. ¿Buenos escritores? Esos sí que no sobran. Lo que sí se puede hacer es mejorar el movimiento de los textos, volverlos más "sabrosos", más digeribles.
Al terminarlo, ubiqué un texto viejo mío y aún no publicado. Me dediqué a editarlo completamente. No más adverbios, no más voz pasiva. Es que King me lo mostró así en una clase de un amigo que primero te cuenta sus miserias con el alcohol y las drogas y cómo la escritura le salvó la vida una y otra vez. Así termina.
Quienes amamos este oficio, quienes nos desgarramos las venas y dejamos el alma y el corazón en cada escrito, vemos en la escritura una catarsis hermosa, perfecta y maravillosa, aunque debemos aprender a desprendernos de nuestros pequeños bebés. Escribir, desapegarse, alejarse, releer, editar con objetividad. He allí algunas claves el éxito.
Escribir es una tarea de Dioses. Algunos intentamos hacerlo. Otros locos nos permiten mostrarlo al mundo. Si usted lo hace o pretende hacerlo, al menos tómese la molestia de leer este libro. Respete un poquito a su lector y empéñese en hacerlo regularmente bien. Las generaciones futuras lo agradecerán.

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Gracias a Robinson Lizano, Ángel Gutiérrez y Alba Perdomo por la recomendación. 
Intentaré poner en práctica todos los consejos. 

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