sábado, 4 de mayo de 2013

El día que vomité a Leonardo Padrón

-En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo, Diosito que siempre estás a mi lado, acompáñame, que no me pase nada, que todo salga bien, por favor Diosito, no me abandones, por favor.
En mi mente repetí la frase unas diez veces cuando esperaba el metro a Plaza Venezuela y unas veinte cuando llegué a mi destino y tuve que caminar hasta el hotel por esa calle oscura y llena de gente extraña. Faltaba poco para que el reloj diera las diez de la noche y estaba sola en Caracas, una ciudad que no conozco bien y que aún exploro. En mis manos cargaba una arrugada bolsa de papel con un costoso reloj de muñeca y Los Imposibles 5, además de mi cédula de identidad y unas cuantas monedas. Mi IPhone estaba muy bien guardado, pero "Diosito, por favor, que no me me llamen", porque el repique podría ser placentero.
Culpo a Robinson Lizano (mi jefe) de esa situación. Él y solo él tendría la responsabilidad irrefutable de lo que me pasara, porque fue gracias a él que me las di de Cool Mc Cool, por aquello de "yo amo el peligro"; aunque en mi caso sería "yo amo el periodismo".
Todo empezó el domingo, cuando llegué a Caracas para varias diligencias. La primera parada era el Poliedro de Caracas. Dralion de Cirque Du Soleil me esperaba. Desde mi perfil de noticias empecé a tuitear las incidencias del evento y el señor Lizano me escribió para pedirme un favor: que le consiguiera Hot Sur de Laura Restrepo, quien se encontraba en Venezuela para promocionar el libro. Su primera parada fue en el Festival del Libro de Chacao, el día anterior.
-Te llevo el libro. Te debo la firma.
Esa era la idea original. Comprarlo en algún stand y listo, pero salí tan feliz, tan renovada, tan llena de energía de Dralion, que recordé que Laura Restrepo estaría esa misma tarde en una librería, firmando sus obras. Mi teléfono estaba prácticamente muerto, con poca batería y por alguna razón, se negaba a dejarme a acceder al Internet. Usé mi plan B: llamé a un amigo. A una amiga, de hecho. A Lorena.
-Busca dónde se va a presentar. Mándame un mensaje. No tengo 3G.
Tranqué de inmediato. Esperé y esperé y finalmente, la señorita Afanador no solo me ubicó el lugar, sino que me dijo en qué estación del metro debía detenerme y casi cuántos pasos debía caminar para llegar a "El Buscón".
-Es a las 4:00.
-Nah, son casi las cinco, no voy a llegar.
-Es domingo, no debe haber casi tráfico. Igual no vas a perder el viaje, es una buena librería.
Cuando le reafirmaba que no iría, la batería murió, pero revivieron las ganas de conseguir la firma. 
-Señor, ¿dónde queda "El Buscón"?
Nadie sabía. Caraqueños de toda la vida y nadie podía referirme el bendito lugar. Lorena había dicho que me bajara en Chacaito, ¿o era en Chacao? Seguro era en Chacao... Pero no.
En cuanto salí de la estación, detuve un taxi.
-Señor, al Centro Comercial Las Mercedes.
-Sesenta, véngase.
Subí con ese viejito que manejaba a cinco por hora -alerta de Ley de Murphy- y que no se le ocurrió otra cosa que decirme lo siguiente, cuando ya íbamos en camino:
-Pero ese centro comercial no existe. Debe ser El Tolón.
Le expliqué que iba a una librería, a una específica, pero él me aseguro que El Tolón era el lugar que yo buscaba.
-Sino, la espero afuera y buscamos el sitio.
El viejito, no solo no me dejó en la puerta del bendito centro comercial, sino que OBVIAMENTE, no me esperó.
-No, aquí no queda eso... Debe ser allá, en el centro comercial del final.
Caminé. Me regresé y volví a caminar mentándole la madre al viejito (que bien muerta debe estar) y pensaba que de verdad le tenía estima a Robinson, porque "nada más a ti se te ocurre venir para acá sin conocer y con poca plata". Llegué a un edificio de ladrillos, entré y vi todo apagado. Seguro se había acabado el evento. Igual pregunté.
-Baja por aquí y al final, a la izquierda, vas a ver la librería.
"El Buscón" estaba abierta y abarrotada, aunque mucha gente esperaba afuera. Me imaginaba que Laura Restrepo ya se había ido, seguramente unos minutos antes que yo. Seguí maldiciendo mentalmente al taxista hasta que escuché la voz femenina con acento cantadito al micrófono. Era ella.
-Disculpe... Laura ¿ya firmó los libros?
-No, al final.
¡BINGO! Aunque toda esa gente seguro me había dejado sin ejemplares de Hot Sur.
-¿Tiene su nuevo libro?
-Aquellos de allá.
Era una mesa enorme llena del libro de portada roja, grandísimo, larguísimo, bellísimo también.
¡EUREKA!
También me llevé una copia de Delirio para que me lo firmara. Mi tarjeta quedó en cero y no cargaba más de 20 bolívares encima. Cuando pensaba que ojalá no pasara nada, oí su voz. ¿Sería él? Claro que era él. No, no podía ser. Bueno, quizá sí. Lo era. ¡Era Leonardo Padrón!
Laura salió a regalar firmas y todos bebían vino para celebrar el nacimiento de su nuevo bebé. Yo hice la cola y me lamentaba de no poder comprar un libro de Padrón, ni tener batería en el teléfono para una simple foto. 
-¿Me puedes hacer una foto y luego me la mandas? Es para mi jefe
Adriana, una hermosa muchacha que estaba detrás de mí, tomó las fotografías mientras Laura firmaba mis libros y yo le decía que Robinson la amaba y que yo venía desde Puerto Ordaz.
-¿Ocho horas de carretera? 
Me firmó los libros con cariño. Caminé hacia la puerta de la librería y vi a Padrón desde afuera, como la niñita del jamón Plumrose. Tomé fuerza y entré. Él hablaba con Tania Sarabia y otro hombre. Pensé, pensé y me acerqué. Vino entonces el vómito verbal:
HolasoyperiodistavengodePuertorOdazloadmiromuchísimomeencantasutrabajoysuslibrosnotengonadaparaquemefirmetampocotengobateriaparatomarmeunafotoperoloadmiromuchoyqueriasaludarloalmenos.
No sé cómo dije tanto, tan rápido. Más bien, en periodos de nerviosismo, profunda tristeza e inseguridad, suelo tartamudear bastante. Esa tarde de domingo, fue lo contrario. Me salió una retahíla de palabras que Padrón escuchaba con extrañeza. Cuando terminé mi discurso, sonrió:
-Bueno, pero te puedes llevar un besito.
Fue un caballero. Después de regalarme la impresión de labios en mi mejilla derecha, su compañero replicó:
-Te lo llevas a Puerto Ordaz. Es mejor regalo que una firma.
Era posible, pero yo quería algo físico; algo tangible y que perdurara. Revisé el programa del Festival de la Lectura y lo vi allí: miércoles a las 8:00 de la noche con Alberto Barrera Tyzka y Rodolfo Izaguirre en el conversatorio "Escribir en prensa". Era perfecto. Rogué por un día libre extra y aplaudí cuando me fue concedido.
Disfruté la charla desde el principio. Barrera Tyzka, Padrón e Izaguirre discurrían sobre lo difícil que es trabajar en prensa y el último lanzaba chistes cada tres segundos, para robarse el corazón de los asistentes.
Llegó el momento de las firmas y las fotos. Caminé con seguridad, pensando que debía recordarle a Padrón que nos habíamos visto, que era la de Puerto Ordaz, la del besito, la sin batería, la sin libro ni hoja para que me firme. El problema fue que, cuando estuve frente a él otra vez, me quedé en blanco.
-¿Me firma aquí?
No pude decir nada más. Saludé a Izaguirre, me atreví a pedirle otra firma a Barrera Tyzka, me acerqué nuevamente a Padrón y apenas esbocé un "¿me puedo tomar una foto?". Nada más. De mi boca no salió ese hablar apresurado, esas palabras que no quería decir en ese orden... Me quedé muda. Mi periodo discursivo había terminado.
Cuando por fin llegué al hotel y agradecí a Dios, la Virgen y cuanto santo se me ocurriera que estaba viva y entera, tomé Los Imposibles 5 en mis manos y chequeé la dedicatoria:
-Para Lilihana, un beso gigante. Leonardo Padrón.
Eso me reconfirmó que sí, amor con hambre no dura. Sin libro, me gané un besito. Con libro, uno gigante.

12 comentarios:

  1. Jajajaja, estuvo muy divertida Lyla.

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    1. Gracias, Leo! Para la próxima te consigo una firma xD

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  3. me gusto la historia =) jaaj, me sentí como si fuera yo en cualquier día normal de mala suerte jeje

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    1. Mis días de mala suerte son normales, pero hay que darles la vuelta y reírse, aunque sea en una crónica. Gracias por leer. Saludos : )

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  4. No fue un día de mala suerte, al contrario todo termino saliendo bien...

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  5. Buena prosa. Reirnos de nosotros mismos hace la vida encantadora!

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    1. ¡Gracias Linny! Tienes toda la razón. Gracias por pasarte por aquí

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  6. Un periplo en Caracas... deberías tener amigos en Ccs, q sepan q el Buscón esta en Paseo las Mercedes. Que los hoteles de plaza Venezuela son feo por los indigentes de la zona y los dignificados que pusieron a vivir en diversos hoteles de la zona. Así la llamada a un amigo hubiera sido más efectiva, y tu paseo no hubiera sido tan traumático

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    1. Jajaja, fue una aventura. Afortunadamente no pasó nada :D

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