martes, 28 de mayo de 2013

Soy una impostora

Una buena botella de vino que se evapora entre carcajadas. Así me imagino las tertulias de Leila Macor y sus amigos; ella como centro de las conversaciones llenas de sarcasmo y sin sentido. Tengo esa impresión tras leer su último libro "Nosotros los Impostores" que llegó a mis manos por cuestión de azar.
Tengo que agradecer grandemente a Qué Leer por hacerme ese regalo. Tras varias lecturas, mi cerebro estaba en una etapa de transición y no aceptaba un nuevo libro, pero el de Leila me atrapó de inmediato. Eran historias cortas, llenas de mala leche y de sinceridad. Era como hablar con tu mejor amiga.
Es que si Leila fuera mi pana, yo la llamaría a cada rato para tomarnos un café. No dudo que reiría sin parar con sus ocurrencias  y su modo particular de ver la vida.
Ella tiene el "tupé" de decirnos en la cara: eres un hipócrita y antes que te atrevas a "lanzar la primera piedra" te expone el por qué tan claramente, que te toca bajar la guardia, asentir, admitir y reír.
Se pasea por hechos tan básicos como recibir regalos que no nos gustan, atender con cariño al desgraciado que te despertó con una llamada, huir de las cucarachas y el silencio de musa en el que nos escondemos quienes nos dedicamos a escribir para sobrevivir.
"Nosotros los Impostores" cierra magistralmente con historias muy personales y metafóricas, con las que cualquiera puede relacionarse. Amé La Bomba Domesticada, una minisátira de cómo dejamos entrar en nuestra vida a personas dañinas porque pensamos que serán diferentes a nuestro lado. "Y entonces, tras una brutal risotada, detonó". Magistral.
Me toca agradecer a Leila por hacer llevadera mi espera de cinco horas en un terminal de autobuses, por sacarme tantas sonrisas y por esa narración que me hizo sentir tan cercana a ella. Te lo retribuyo recomendando tu excelente obra, sin nadita de hipocresía, creo yo.

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